Somos un grupo muy variable de personas que, sin pretensiones de hacer literatura, nos divertimos y aprendemos escribiendo relatos completos en un rato. Lo hacemos presencialmente, no a distancia, en un local cedido por el Ayuntamiento.
La dinámica es la siguiente: al inicio, para abrir boca y meternos en harina, realizamos un juego con palabras, para desentumecer la mente y romper la mano. Estos juegos tienen como objetivo abrir una especie de puerta mental, donde no hay tiempo para pensar ni proyectar ni planificar, y por tanto, sin tiempo para autocriticarnos, desbloqueamos al creativo que todo quisqui llevamos dentro. Es nuestra intención insertar estos juegos en este blog, paulatinamente, para que puedan ser utilizados por quien quiera. Son especialmente recomendables para maestros y profesores de secundaria.
A continuación, los participantes conocemos las premisas del relato de la semana, unas pautas o consignas que cambian cada vez, y que nos permiten luchar y vencer al temido fantasma de la mente en blanco. Con ello, todos juntos pero cada uno a lo suyo, escribimos un relato completo: inicio, desarrollo y desenlace.
El tiempo limitado favorece la creatividad. Los cuentos así obtenidos, unas veces son infumables, otras normalillos, y en contadas pero gloriosas ocasiones, algo digno de leer.
Los aspectos teóricos del proceso se van dando sobre la marcha, más bien hacia el final, cuando leemos los relatos que acabamos de escribir al resto. Es entonces cuando reflexionamos sobre los fallos narrativos –que no literarios-, en los que hayamos podido incurrir.
Nadie se compromete a la asistencia, pues no es necesario acudir como un pepe cada miércoles. Aun así, a pesar de la ausencia total de compromiso de continuidad, siempre ha habido el número mínimo de asistentes que se precisa, y por tanto, la actividad ha podido mantenerse a lo largo de más de tres años.
Hay que agradecer a la Asociación Multicultural Ereite el apoyo que nos ha brindado y el empeño en que este mal llamado Taller de Relatos continúe adelante.
